jueves, 8 de agosto de 2013

Fuera Ladrillos



Una vez escribí que cada día vamos colocando ladrillos en nuestra vida. Y aquel día lo vi bien. Hasta bonita la frase. Daba sentido a las cosas que vamos haciendo cada día.

Pero hoy quisiera cambiar esa frase, quitar la palabra ladrillos. No quiero construir la vida con ladrillos. Ahora me suenan a muros, a paredes. A separación. No me suenan a cimientos, a raíces. Me creo que he construido una vida llena de muros que me separan de algo. No que soportan mi vida. No me dejan ver lo que hay al otro lado. Son una cárcel de lujo a mi alrededor.  Los amigos no disfrutan de ti. No ven tus ojos. No ríen contigo. Ni lloran al verte triste.

La vida debería construirse con experiencias. Con sabiduría. Con las ganas de vivir. De ilusiones. De fracasos. De tristezas y alegrías. De subidas y bajadas. De ganas de hacer algo nuevo cada día. De romper la monotonía. De salir de la casa para ver las de los demás. De dejar tu puerta y ventanas abiertas para que entre y salga todo. Que no se quede dentro nada de lo que tú no quieras.

Y si no, que los demás que te ayuden a sacarlas. Y tu mirar en casa de tu amigo por si necesita que le empujes. O llamarlo para que te empuje.


Esos cimientos si me gustan para mi vida, son mejores que los ladrillos

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