viernes, 25 de abril de 2014

Maleta Llena



Abriste la maleta a regañadientes, fuiste metiendo tus cosas. Cajones abiertos, lejas vacías, percheros desangelados. La maleta no se llenaba, por más que mirabas en los rincones, detrás de las puertas, en el aseo y la cocina. Nada más había que meter.
Una maleta llena de cosas vacías. Al levantar la cabeza y mirar en el espejo, solo viste la imagen de tu vida. La maleta estaba llena de tu vida.
Que pocas cosas necesitaste para construir tu felicidad. Nada material te era necesario para cambiar de sitio y continuar con la inmensa felicidad en la que poco a poco dabas sentido a tu existencia. Llenaste el vacío de ayer con el afecto de tu mano. Colmaste el corazón con la alegría de tus ojos. Amaste hasta llenar la existencia de todos los que llegaban a ti.
Y si tus lágrimas salían sólo eran para llenar el río de vida. Tus besos no se iban con la fuerza del viento, quedaban prendidos en las mejillas de tus amigos. Olores de hogar rezumaban por tus poros. Crujir de madera antigua, de pasos de siempre. Llenabas. No había ausencias. Todo colmaba. Tu piel era tu ajuar.

Tu maleta estaba llena de ti

jueves, 24 de abril de 2014

Maleta vacía




Abriste la maleta a regañadientes, fuiste metiendo tus cosas. Cajones abiertos, lejas vacías, percheros desangelados.  La maleta no se llenaba, por más que mirabas en los rincones, detrás de las puertas, en el aseo y la cocina. Nada más había que meter.
Una maleta llena de cosas vacías. Al levantar la cabeza, y mirar en el espejo,  solo viste la imagen vacía de tu vida.
Sola, triste, abandonada, dejada de los demás.
No tenía más cosas que meter en esa maleta que las penas, las hendiduras de tu piel marcada por el odio, heridas que te fuiste ganando a pulso en todas las cosas que hiciste.
Recuerdos de casas sin hogar. De camas sin amor, de hombres sin caricias, de niños sin mirada.
Vacía de agua, vacía de tierra, vacía de vida. Maleta vacía de sentimientos y de carne. Ni corazón ni alma.

Tu vida esta tan vacía cómo tu maleta

miércoles, 23 de abril de 2014

Por que sí



Porque lloras cuando te dicen que no es grave lo que tengo.
Porque te comes las lágrimas con una sonrisa.
Porque tus horas de espera son siglos y tenían que ser segundos.
Porque me colé en tus ojos para llenarme de amor.
Porque dejaste que las horas de amor dejaran de ser lentas y pasarán a ser desesperantes.
Porque te embelesas cuando piensas en mi.
Porque tu aliento no resbala por mi piel, se queda en ella como aceite de bebé.
Porque despertarte, aun siendo un suplicio, me miras con deseo.
Porque te gusta el sol que a mí me gusta, y la nube que nos tapa la cara.
Porque estás tan guapa por dentro como por fuera.
Porque la vida de tus ojos me la pasas a miradas llenas.
Y la frase más bonita de amor todavía no la hemos escrito pero siempre está en nuestro labios.
Porque de tu hogar hiciste el hogar y de tu vida la vida.
Porque el agua sabe a vino del mejor y el vino al mejor néctar.
Y porque la comida está hecha con tanto amor que ni sal y azúcar le hace falta.
Porque dejaste de tener sexo para hacer el amor.

Y porque algún día nos miraremos a los ojos y solo habrán pasado dos siglos.  

lunes, 21 de abril de 2014

Un ficus



Son cientos de años ya de vida y aun en mi vitalidad y mi fuerza se van notando el paso de los siglos. Me miman y cuidan los hombres, como si mi propia naturaleza ni supiera cuidarme. Llevas viendo pasar generaciones de cosas, de seres vivos y muertos. De animales y plantas. Todas terminan y yo perduro. El aire mece mis ramas y alerta notas de color. Paró la lluvia tormentosa. Para que mansamente fluya por mis grandes hojas y me de vida lentamente. Pese a mi gran tamaño no necesito grandes cantidades de aportes para mantener mi vitalidad. Mas me atacan los que me cuidan que la propia naturaleza. Por un lado me estudian, me analizan, me curan, y por otro me agreden, me destruyen, me desorientan. No comprendo a estos humanos.
Y pasa lo que pasa que siglos de vida dejan partes de mi cuerpo débiles y viejos y cualquier cambio inesperado de la meteorología, ya sea el aire, el frío, el calor, la excesiva sequedad ajan ramas débiles y caen inanimadas muy a mi pesar. Se arrancan pedazos de mi cuerpo que me hacen llorar mi sabia. 
Al caer hicieron daño a tres chavales y los humanos, como casi siempre, más preocupados por mis daños estructurales que por la salud de los tres jóvenes. Somos importantes, muy importantes, algunos somos mil milenarios y nos merecemos el máximo respeto y cuidado sin ningún tipo de restricciones, que nos agregan de ninguna forma. Peto nunca, repito nunca seremos más que un humano. Nuestra vida está al servicio de ellos. Si nos miman miraremos más. Pero nunca seremos el protagonista de una noticia como esta.
"El ficus milenario de Floridablanca no ha sufrido daños importantes".
Cuando los heridos de verdad son los tres jóvenes que solo querían cobijarse bajo mis grandes hojas.
Lo siento más que los humanos el daño que les causé.


miércoles, 16 de abril de 2014

Procesión





El sonido de la maza en el tambor, cadencioso, firme, continuo, lejano siempre pero que cada golpe se clava en tu alma como suave pluma.
Intentas acompasar tus pasos a ese ritmo y casi imposible. Tus sandalias de  esparto tejidas a mano te llevan a tu compás. A tu manera de ir sintiendo tus recuerdos de todo ese año de espera. De las vivencias sufridas y tus gozos sentidos. Aun reparas en el vibrar de tu corazón cuando el sonido de las alcayatas más intenso y rápido se va acercando por tu espalda. Como si quisiera ponerse a tu lado para avisarte de la importancia de lo que estás viviendo.
Paso a paso recorres lugares y sitios que en otra hora estarían llenos de algarabía y bullicio, pero que ahora los redescubres con sus sombras de oscuridad, sin luz de sol, sin luz de vida, la muerte está más presente que nunca en ese momento. Paso a paso la maza te marca un ritmo que las alcayatas te rompen, alejándose y aproximándose como anuncio de vida y muerte.
Tu recogimiento es total ahora. Empezaste despistado con el habla suave y floja de los que te acompañan pero ahora es el silencio absoluto de tu interior el que te hace oírte. El que te saca de dentro lo bueno y lo malo de tu vida. La maza y la alcayata te recuerdan sin parar que eres y quien eres. No tienes escapatoria. Estas enfrentado a ti mismo. A tus miedos y a tus alegrías. A tus temores y a tus valores. A tu terror y a tu paz. Sabes que saldrás satisfecho de esa noche. La quieres vivir por completo. Llevas todo un año en esa espera. El Cristo del Consuelo se acerca y se aleja. La maza y la alcayata van y vienen.
Renacerás de nuevo como cada año. La cruz y el cíngulo que soportas serán tu liberación hasta la próxima. Serás de nuevo quien eres de verdad.

Volverás a tu paz interna

lunes, 14 de abril de 2014

Enfermera


Suena el timbre a media noche.
-Sí, que necesita?
-Se acabó el gotero.
-Enseguida vamos.
Su jornada había empezado a las tres de la tarde y aun le quedaba toda la noche. El cansancio empezaba a surcar sus ojos, pero con su gran ánimo, se dirigió a la habitación y sin encender la luz, solo con el hilo que entraba por la puerta entreabierta, cambió ese gotero, una mirada de reojo al otro paciente le aseguró que todo estaba es su sitio. Ni si quiera se había despertado.
El descanso, el sueño curan más que los medicamentos. O por lo menos lo potencian. Y eso ella lo llevaba a rajatabla. Sería su inmensa vocación la que le hacía hacer las cosas con esa sonrisa natural, agradable, de confianza.
Hasta las 4 de la mañana no tuvo tiempo de pensar en ese café cortadito calentito que tanto necesitaba. Su mente voló rápidamente a la almohada de su niño de dos añitos. Estaría durmiendo plácidamente. Otro día más que se perdería de su juventud. Este trabajo casi precario, tenía muchas compensaciones, pero se pagaba un alto precio también. La niñez de su hijo no tiene precio. Pero ahora no podía seguir pensando.
Sonaban de nuevo los timbres, las cuñas, los goteros, los antibióticos, sacar la sangre para las analíticas. Y todo ello sola, para toda una planta del ala oeste del hospital. Las noches se reducía a la mitad el personal técnico. Y las manos volaban siempre.
Terminaba ya su jornada, casi despuntaban ya los primeros rayos del nuevo día, cuando un nuevo timbre sonó en el mostrador central.
-si?
-se le ha salido la vía.
-voy ahora mismo.
¿Esta señora tan mayor y se le ha salido la vía? Se iba preguntando mientras corría con el carro de curas al final del pasillo. Algo no cuadraba.
Abrió la puerta sin encender la luz. Ya no hacía falta. Rápidamente se hizo cargo de la situación. Se la había arrancado seguramente en algún movimiento al darse la vuelta. Rápidamente taponó la sangre. No era nada grave aunque si alarmante y aparatosa. La sangre es muy explosiva.
Le tomaría una nueva vía pero recordaba cuando le puso la primera. Sus venas finas como hilos de coser, escondidas bajo esa piel de una persona tan gruesa. Le llevaría su tiempo y eso podía retrasar su salida. Solo una décima de segundo y se dedicó en cuerpo y alma a colocarle la vía lo mejor que sabía. Mínimo dolor.
Su relevo había llegado y se prestó a terminar su trabajo. Una mirada entre ellas bastó para comprender que ayuda toda, peto sustitución no. Colocaron la vía no sin esfuerzo pero con su habilidad y delicadeza que la anciana aun agradeció el cariño que habían puesto.
Eran más de las ocho y media. Mientras se cambiaba, una lágrima de tristeza y alegría resbalaba por su mejilla. Luego decidiría con cuál de las dos se quedaría. Quería llegar a casa.


A Ana