En los días grises de lluvia, te
revelas por la angustia, el ahogo de tu alma y ves el fin de tu vida en tus
ojos yermos.
Tus manos arrugadas de nieblas
sin luz, tu piel blanca de amaneceres negros, cuerpo corvado del peso de toda
una existencia.
Noche larga de vela continua,
almohada mojada de sudores fríos, sueños despiertos de tinieblas llenos.
La espera de la luz no llega, el
aire se hace pastoso, el silencio avanza lento pero continuo, la ansiedad es
total.
Más mi cabeza se alía con mi
alma, mi corazón con mi amor, siento que dentro se remueve mi espíritu, y algún
atisbo de esperanza inicia un paso tras otro.
No hay luna que dure un día, ni
jornada cinérea que una vida sea. Dentro de mí, mis gritos aúllan. Sol sal.
Viento sal. Luz sal. Vida sal.
Resiste, ya llega. Vive.
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